La reconstrucción 3D es posiblemente la rama de la arqueología virtual más conocida y popular. Permite generar imágenes impactantes sobre el pasado que sean comprensibles para cualquier tipo de público, aportando valiosa información tanto a especialistas como a legos en la materia. Sin embargo, pocas reconstrucciones 3D que se presentan como tal realmente lo son y en realidad hablamos de visualizaciones 3D.
Una afirmación un tanto atrevida, ¿verdad? Lo es, y por ello es necesario aclarar conceptos y evitar confusiones. No es lo mismo reconstrucción 3D que visualización 3D. Vamos a ver por qué.

En primer lugar, es necesario hacer referencia al término CGI (Computer Generated Imagery, o imagen generada por ordenador). Esta es una técnica utilizada en cualquier industria -desde efectos especiales en cine hasta visualizaciones de carácter científico- para generar imágenes mediante el uso de ordenadores. Para ello, y de forma muy resumida, se genera un entorno virtual en 3D que es posteriormente renderizado. Esto permite producir una imagen o secuencias de imágenes (generando así una animación) del objeto o conjunto de objetos 3D en cuestión.
Por tanto, reconstrucción y visualización 3D son resultados o productos finales, mientras que la técnica detrás de todo ello es, como hemos visto, el CGI.

Entonces, ¿cuál es la diferencia entre visualización y reconstrucción 3D?
Una visualización 3D -dentro de la representación histórica y arqueológica del patrimonio- tiene como objetivo visualizar un elemento del pasado (que puede ser desde un recipiente cerámico hasta una ciudad completa) desde un punto de vista científico y, a su vez, artístico. Debe aportar información sobre una cuestión específica, si bien no responde a ciertas preguntas de carácter técnico.

Una reconstrucción 3D, sin embargo, sí trata de responder a cuestiones técnicas mediante la generación de modelos que, por sí solos, son capaces de dar una explicación holística sobre su propia naturaleza. No se trata únicamente de crear imágenes atractivas y creíbles, sino que también debe responder a planteamientos técnicos tales como su funcionalidad desde un punto de vista arquitectónico. Una reconstrucción 3D permitirá generar toda una serie de recursos adicionales, entre ellos la visualización 3D del elemento reconstruido, aunque también será la base en la creación de un modelo impreso en 3D o de una experiencia de realidad virtual.


Un ejemplo de todo esto es la reconstrucción 3D de una domus romana y todas las soluciones arquitectónicas aplicadas para su construcción: sistema de cubiertas, calefacción, distribución de los espacios, materiales utilizados, etc.
«El arte de la reconstrucción es el intento por parte de un artista de visualizar escenas del pasado como si estuviera dibujando lo que tiene frente a sí» – Judith Dobie
Todo esto no significa que una reconstrucción 3D sea una solución de mayor calidad que una visualización 3D. Sencillamente son distintos planteamientos para diferentes problemáticas. De hecho, para este caso la aplicación de técnicas de CGI es sólo un camino más a la hora de generar una ilustración digital del pasado y bien podría llevarse a cabo mediante técnicas más tradicionales (y no por ello menos válidas).

En cualquier caso, es importante tener presente que una visualización o reconstrucción 3D siempre será subjetiva. Es cierto que trabajamos con datos de carácter científico, pero también existe un componente interpretativo que, de un modo u otro, sesgará el resultado final. Con todo, estas herramientas son esenciales a la hora de visualizar y comprender mejor cualquier elemento arqueológico, siendo una plataforma perfecta desde la que comenzar un debate científico y acercar los resultados a toda la sociedad y democratizar la cultura. Y es que, en última instancia, la sociedad en su conjunto debe ser la depositaria del conocimiento que generamos desde la arqueología virtual.
Si te interesa este tema, puedes ver todos nuestros proyectos de visualización y reconstrucción 3D aquí.